Luanda – Angola celebra, el 11 de Noviembre de 2020, sus 45 años de Independencia, um marco que permitió a los angoleños registrar avances en los dominios de salud, educación, habitación, agua y luz, pero, en otra dirección, atrasos en la lucha por el desarrollo.
Por Esmael Silva, editor jefe de la Angop
A lo largo de ese período, el país, que enfrentó 27 años de sangrienta guerra, consiguió alcanzar una cobertura sanitaria nacional (infra-estructuras y asistencia médica y de medicamentos), formando médicos, enfermeros y otros técnicos de salud, localmente y en exterior.
Según datos oficiales, el Sistema Nacional de Salud Pública cuenta, actualmente, con casi 100 mil especialistas, número aún insuficiente para asistir los cerca de 30 millones de habitantes, y, para tal, necesarios más de 24 mil profesionales, entre médicos, enfermeros y técnicos de diagnóstico.
A pesar de aún distante del ideal, hoy los medios de diagnóstico modernos y el acceso a los servicios médicos en diferentes especialidades están a disposición de la población en los hospitales públicos y privados.
Entre 1990 y 2016, la tasa de mortalidad infantil bajó de 221 para 68 por mil nacidos.
El gran desafío de este sector es la eliminación del paludismo, que implica, necesariamente, una participación multisectorial para la prevención (dejando la cura en segundo plano), capaz de permitir la eliminación de cualquier foco de germinación del plasmodio (plasmodio).
Al final, la malaria es la enfermedad más letal en Angola. Solo en 2019, por ejemplo, más de ocho mil personas murieron víctimas de este mal.
Educación
El desafío en la educación, 45 años después de la Independencia, es congregar a todas los niños en el sistema de enseñanza y mejorar la educación y el aprendizaje, para que la calidad de las universidades crezca y de ellas salgan angoleños aptos a enfrentar los desafíos para el desarrollo sustentable.
Paulatinamente, esta premisa se va alcanzando. Para este año, por ejemplo, antes de la propagación de la Covid-19, se estimaba el ingreso de más de dos millones de nuevos alumnos en las escuelas del país.
Actualmente, están en construcción más de cinco mil nuevas escuelas, de las seis mil 371 necesarias para congregar un millón 302 mil 760 niños que se encuentran fuera del sistema de enseñanza.
Habitación
Uno de los mayores problemas sociales de Angola, resultante de la pobreza, es la habitación, sobre todo en la capital del país, porque durante la época de guerra generalizada por todo el país, la única ciudad relativamente segura era Luanda, lo que llevó a que más de la mitad de la población se confinase en esta urbe.
Este fenómeno provocó el surgimiento ininterrupto de nuevos barrios no urbanizados, que desestructuraron la gran ciudad capital.
Felizmente, tímidamente fueron concebidos e implementados proyectos habitacionales, aparecieron nuevas ciudades y centralidades en todo el país, fruto de la inversión pública, con la cooperación público-privada y en otras apenas privadas.
Angola pre y post-Independencia
Es evidente y natural que todo este trabajo a muchos agrade, pero también es criticado por otros tantos.
La crítica más radical señala que “nada” fue hecho a lo largo de los 45 años y que los beneficios de la libertad fueron entregados a un pequeño grupo de angoleños, llegando mismo a hacer comparaciones sobre cuál de los dos períodos fue mejor (antes y post-Independencia).
Es verdad que en la época colonial un buen número de personas tenía acceso a la educación, salud, habitación y empleo digno. Pero, esas mismas personas pertenecían a un grupo de privilegiados, una élite compuesta, en su mayoría, por blancos, mestizos y, en una escala ínfima, por negros autóctonos, entonces designados “asimilados”.
Hay tesis que demuestran lo cual desigual fue el sistema colonial. En la obra “Estructura Social de la Sociedad Colonial”, publicada en la Revista Angoleña de Sociología, el académico Paulo de Carvalho realza que “mismo después de abolido el estatuto de asimilado (1961), se mantuvo el color de la piel como factor de diferenciación social.
De igual modo, afirma, se mantuvieron otros factores subjetivos que conducían al establecimiento de la diferencia entre “civilizados” e “indígenas”.
Si se recurre a números, se da cuenta de que la enseñanza universitaria, en la Angola colonial, registraba 4.176 estudiantes, pero, dos años después de la Independencia, la cifra cayó para 1.100. Aparentemente, esa quiebra demostraba la inepcia de las nuevas autoridades para dirigir el país. No obstante, la verdad era bien diferente.
En la lógica del mismo sociólogo, en la obra “Evolución y crecimiento de la enseñanza superior en Angola”, esta reducción del número de estudiantes “comprueba que el acceso a la educación superior estaba, en el período colonial, vedado a los angoleñnos, cuya mayoría se encuadraba en las capas sociales desfavorecidas”.
Lo que aconteció con la educación refleja la “máquina” segregacionista del régimen colonial en todos los sectores, impidiendo, por regla general, la movilidad social, una de las grandes diferencias entre la gestión colonial y la de post Independencia.
Por ciento, la movilidad social creciente es de los mayores logros de los 45 años de Independencia de Angola.
Hoy, es común ver individuos a alcanzar la cima de la ascensión en la carrera administrativa o política, asumiendo cargos de directores o administradores de empresas, gobernadores provinciales y ministros, sin pertenecer a grupos de influencia (élites).
Estas personas alcanzaron todo esto gracias al acceso a la enseñanza general y universitaria, y hay, inclusive, una nueva generación de jóvenes gobernantes, gestores y académicos que son prueba de esto.
Hasta Octubre de este año, Angola había registrado 3.502 técnicos en el orden de los ingenieros, 1.428 en la de los Arquitectos y 5.100 médicos nacionales.
Teniendo en cuenta que el promedio para la formación de un médico es de seis a siete años y la de un ingeniero cincos años, el número de graduados en estos 45 años de Independencia es aceptable.
Por otro lado, también se ve una élite de políticos, jóvenes oposicionistas, que introdujeron un nuevo paradigma de presión, que acabará, de una manera o de otra, por traer desarrollo a la democracia.
Estos, igualmente, son producto del mismo sistema gratuito de educación de la Angola post-Independencia.
Con base en esta demostración, sin mucho agotamiento, se puede concluir que la Independencia trajo más logros que prejuicios, para la mayoría de la población angoleña.
También es verdad que podría haber sido hecho mucho más, pero, factores objetivos (guerra y corrupción), y otros, impidieron esta conquista.
Veamos, pues, lo que más creció en esos últimos 45 años:
Red Sanitaria
El sector de salud fue evolucionando paulatinamente, después de la Independencia, y alcanzó, hoy, una fase que ofrece servicios, de los más simples a los más complejos, en la vertiente pública, público-privada y privada.
Actualmente, se presta asistencia de diálisis y de oncología, se realizan cardio-cirugías, además de otros servicios.
La red de prestación de cuidados de salud del Servicio Nacional de Salud está constituida por cerca de dos mil unidades, de las cuales se destacan ocho hospitales centrales, 32 hospitales provinciales o generales, 228 hospitales municipales y centros de salud y 1.453 puestos de salud.
La asistencia de salud en Angola es complementada con el sector privado, que registra 319 clínicas en todo el país.
Enseñanza Superior
Con excepción de la Universidad António Agostinho Neto, con algunas facultades heredadas de la época colonial, en Angola surgieron 45 instituciones más de la enseñanza superior, entre las cuales siete universidades públicas, 10 institutos superiores públicos, tres institutos superiores politécnicos públicos y nueve instituciones superiores militares.
De este número hay, también, nueve universidades privadas, tres institutos superiores privados y cuatro institutos superiores politécnicos privados.
Mismo con ese número de instituciones de la enseñanza superior existentes en Angola, el nivel cualitativo, de acuerdo con las normas universales, aún no es de los mejores.
Una reforma a todo el sistema de educación está siendo realizada en los escalones inferiores, teniendo como meta la mejoría de la enseñanza y aprendizaje.
Desarrollo post-independencia
Con la “fuga” de cuadros (portugueses y angoleños), los primeros años de Independencia no fueron los mejores. Angola no tenía funcionarios a la altura para la materialización del nuevo sistema de gobernación, que, debido a múltiples factores, se reveló utópico.
Además de eso, los angoleños perdieron más tiempo en una guerra entre hermanos, que en construir un clima de paz propicio para el desarrollo. Entre la guerra y la paz, fueron surgiendo obras tímidas con algún prestigio.
Se construyeron los edificios de los cubanos, en el Golfe, Golfe II, Nelito Soares y Maculusso, las “500” casas, erguidas para beneficiar mutilados de guerra, y la “Vila Chinesa”, todos en Luanda, en un ensayo que se vino a confirmar en la actual aceleración urbana, que, después del alcance de la paz definitiva, comenzó con la Urbanización Nova Vida.
Vinieron, después, la ciudad de Kilamba, la urbanización de Sequele, urbanización Vida Pacífica, KM44, Zango 5, Zango (Zango Oito Mil), todos proyectos implementados en la provincia de Luanda.
Surgieron, también, las urbanizaciones de Capari, en Bengo; la de Tchibodo y 4 de Abril, en Cabinda; polo habitacional de Mussungue, distrito urbano de Dundo, en la provincia de Lunda Norte; urbanización de Quilemba, en la provincia de Huíla; urbanizaciones Baía Farta, en Lobito y Luhongo, provincia de Benguela; y polos habitacionales Praia Amélia y 5 de Abril, en la provincia de Namibe.
Estas infraestructuras son mayoritariamente habitadas por funcionarios de escalón intermedio.
Paralelamente a la implementación de estos proyectos, fueron construidos, con la misma dinámica, condominios privados que albergan familias de renta confortable, ya que los costos de una vivienda o apartamentos en esos locales están encima de los 100 mil dólares (en torno de los 70 millones de dólares, al cambio actual).
A pesar de todo el esfuerzo, el problema habitacional persiste en Angola, muy por culpa del desorden y de la corrupción.
Mismo así, se puede subrayar que valió la pena el sacrificio de los que lucharon por la Independencia de Angola. Nada sustituye la libertad.