Luanda - Al menos mil y seis cientos 84 escuelas con aulas inclusivas, 22 de ellas especiales, funcionan en Angola, donde se estima que hay 42 mil 586 alumnos con diferentes tipos de necesidades educativas especiales.
Por Hilária Cassule y Marcela Ganga
Según datos oficiales a disposición de la ANGOP, la mayoría de los estudiantes de este grupo social presenta discapacidad intelectual, seguida de la discapacidad auditiva y visual.
Según las estadísticas disponibles, los estudiantes están asegurados, en todo el país, por apenas 3.000 y 33 docentes y 2.488 directivos, cifras que aún los especialistas del sector consideran como una pequeña “gota en el océano”.
El problema de la falta de escuelas y técnicos especializados para atender a niños con necesidades especiales se vive en prácticamente todo el país, donde miles de tutores luchan, todos los días, por conseguir plazas en escuelas especializadas.
Esta dificultad se siente particularmente en la provincia de Luanda, la más poblada del país, con más de siete millones de habitantes, donde hay escasez de escuelas y escaso número de docentes para atender la demanda de las familias.
A modo de ejemplo, la división de educación del Distrito Urbano de Samba controlaba, hasta 2021, solo 14 escuelas, en un total de 49 aulas inclusivas, con 69 alumnos y 174 docentes.
De hecho, las autoridades angoleñas trabajan, desde 2017, para mejorar el proceso de inclusión en la educación y atender la demanda, a través de la adopción de nuevas estrategias, con énfasis en la Política Nacional de Educación Especial, orientada a la Inclusión Escolar.
Es resultado de la implementación del Decreto Presidencial 187/17, de 16 de agosto, que define las estrategias de las redes de educación y formación para garantizar el derecho de acceso, participación y permanencia de los estudiantes con discapacidad en el sistema educativo formal.
La Política Nacional de Educación Especial considera necesario que los estudiantes con discapacidad tengan las mismas oportunidades, en términos de accesibilidad a los espacios físicos y todas las tecnologías, así como movilidad y acceso regular a los servicios.
Sin embargo, a pesar de ser aprobada en 2017, comenzó a implementarse recién en 2019, según el director del Instituto Nacional de Educación Especial, Laureano Sobrinho, quien reconoce los avances logrados hasta ahora con esta estrategia.
Afirma que, en ese contexto, el Ministerio de Educación ofrece, anualmente, capacitación a docentes y directivos escolares, para responder integralmente a las necesidades de los estudiantes.
El departamento ministerial desarrolla programas de formación para profesores de educación general sobre técnicas y métodos de educación especial, versados en comunicación gestual, incluyendo contenidos sobre educación especial en los planes de estudios de formación docente.
El objetivo es garantizar que los futuros docentes estén capacitados para promover la plena inclusión de los estudiantes afectados por discapacidades de diversa índole.
Desde 2019, el Estado orienta la matrícula de los alumnos con necesidades educativas especiales en las escuelas más cercanas a casa, las cuales deben estar dotadas de docentes calificados y apoyo técnico para atender a estos niños.
Según Laureano Sobrinho, los materiales y equipos específicos para estos niños son muy caros, habiendo señalado como ejemplo la máquina de Código Braille, que puede costar, en kwanzas, el equivalente a mil euros por unidad.
Según la fuente, el Ministerio de Educación compra cada año material y equipos específicos para las 18 provincias, pero, a pesar del esfuerzo, el desafío sigue siendo grande.
“La inversión es muy poca. Mientras tanto, esperamos contar con el apoyo de los gobernadores de todas las provincias, para poder adquirir materiales y equipos específicos a las necesidades”, sugirió el funcionario.
Falta de vacantes desespera a familias
Debido a las dificultades que aún existen, el proceso de inclusión de los niños de este grupo social en el sistema educativo constituye un verdadero “talón de Aquiles” para muchos tutores, a pesar de los esfuerzos de las autoridades nacionales.
Según tutores escuchados por la ANGOP, algunas de las principales dificultades son la falta de vacantes, locales para asistencia educativa especializada y profesores capacitados en escuelas públicas y privadas del país, hechos que dificultan el proceso de matrícula de los niños y su inclusión en el sistema educativo.
Esta realidad la viven las familias Nkiawete y Malite, que luchan desde hace más de tres y cinco años, respectivamente, por un lugar para sus hijos diagnosticados con autismo, Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) y Síndrome de Down.
Uno de los pacientes con estas patologías que comprometen el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso central es Ricardo Malite, de 9 años, quien hasta el momento no ha podido conseguir un lugar para ingresar al sistema educativo.
Según lo establecido por el Ministerio de Educación, ya estaría cursando el cuarto grado, pero, por la escasez de vacantes, aún no asiste a la escuela porque es autista y tiene Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Los padres de Ricardo luchan por encontrar una escuela, pero la búsqueda se vuelve tediosa, la mayoría de las veces por “falta de cupos” en las instituciones educativas.
El mismo problema enfrenta la familia de Kyami, afectada por Síndrome de Down, quien tiene siete años y solo logró obtener una plaza en un establecimiento privado donde paga más de 300.000 kwanzas al mes en cuotas y actividades extraescolares.
Al igual que Ricardo y Kyami, muchos niños con necesidades especiales luchan con la escasez de espacio en las escuelas públicas y privadas. Además del sufrimiento moral y psíquico al que están sometidos sus padres, en el día a día, quienes consiguen un lugar en la educación privada gastan grandes sumas en colegiaturas, que oscilan entre 120 y 470 mil kwanzas/mes.
Por la dificultad de las vacantes, cientos de niños con trastornos como Autismo, Hiperactividad, Síndrome de Down, Dislexia, Discapacidades Cognitivas se mantienen en casa, impedidos de recibir instrucción, derecho consagrado constitucionalmente.
Los estudios indican que la inclusión en la escuela favorece la ruptura de los prejuicios sociales, así como fomenta el aprendizaje de una forma más colaborativa, permitiendo que los alumnos con necesidades especiales se sientan acogidos y motivados para desarrollar su potencial.
En el caso de Angola, además de los obstáculos para la entrada de niños con necesidades especiales, está el problema de la falta de voluntad y dedicación de los trabajadores de algunas escuelas, como denunció el profesor Eduardo Ramiro, del Colegio Casa Inglesa.