Luanda - La música angoleña acaba de perder a una de sus figuras más carismáticas, Augusto Chakaya, integrante del grupo Jovens do Prenda, cuyo legado permanece vivo en las melodías, las palabras y la esencia de quien fue.
Por Miguel Leazar, consultor e investigador cultural
Chakaya no era sólo un músico, era un verdadero intérprete, que supo llevar al escenario las historias y enseñanzas del pueblo, mecido por el semba.
El aporte del artista y los “Jovitos” va mucho más allá de la música, pues sus composiciones contienen profundas lecciones de vida, llenas de sabiduría popular.
Chakaya y su grupo fueron guardianes del alma angoleña y de la lengua kimbundu, así como fieles preservadores de nuestra identidad cultural, en tiempos difíciles.
Con Augusto, los Jóvenes do Prenda se consolidaron como un pilar de resistencia cultural, demostrando que la música no es sólo entretenimiento, sino una herramienta de educación y preservación de la historia de un pueblo.
El músico utilizó el arte para expresar sus angustias, pero también sus victorias y alegrías, siendo, por tanto, una referencia ineludible en la historia de la canción popular y urbana angoleña posterior a la independencia.
En sus ricas y cautivadoras composiciones, el artista expresó sus dolores personales, como se puede sentir en el conmovedor y emotivo homenaje rendido a su hija Sandra.
Con alma de padre afligido, cantó: "Dios mío, la muerte no elige a una persona, esta vez se lleva a mi querida hija Sandra. Justo mientras canto, la veo y la llamo hija mía". Viene, hija mía del corazón... ¡Maldita muerte!"
Esta canción no fue sólo un homenaje, sino un grito de desesperación ante la injusticia y la implacabilidad de la muerte.
Chakaya abordó temas cotidianos como la lucha contra el alcoholismo, claramente evidente en una de sus canciones en la que decía: "¿Qué hombre eres, que bebes todos los días? ¿Qué hombre eres, que huyes del trabajo por beber? Dios mío, tú "Eres una vergüenza, mujer, me das una cabra por hija".
Estas y otras letras, que demostraron su talento compositivo, son una crítica directa a los desafíos que enfrentan las familias y reflejan, especialmente, el impacto de la adicción.
Otro de sus fuertes mensajes estuvo dirigido a la mujer llamada Manuela, con quien cantó: "No seas ingrata Manuela, eres muy vanidosa. Tienes malas costumbres, pero si tienes corazón, ponte la mano en la cabeza". y piensa en el bien que te hice. Hoy hay nueva moda de trenzas y vestidos y me olvidas.
La letra refleja decepción y enojo ante la ingratitud de aquellos a quienes tanto ayudó, demostrando su capacidad para traducir profundas emociones humanas en música.
En sus canciones, Chakaya también buscó respuestas espirituales y tradicionales. En otra poderosa composición, llama a su esposa para que lo lleve con su madre, en el campo, diciéndole: "Samba, llévame con mi madre, de la manera tradicional ella sabrá la cura. Me pidieron una maldición y No sé qué pecado he cometido. "Lo hice. Si me quedo aquí me voy a morir, no quiero, pienso mucho en mis hijos que todavía son niños".
Por tanto, la música no era sólo entretenimiento, sino un canal de cuestiones espirituales y sociales, que el artista supo explorar con maestría y amor, dentro y fuera del escenario.
Augusto Chakaya también fue un gran creador de llamativos lemas, como “Con los Jovitos, Quien busca encuentra y Quien ayuda es ayudado”. Sus palabras no fueron sólo dichas, sino vividas, reflejando la sabiduría popular angoleña y su profunda conexión con el pueblo.
Otro de sus llamativos dichos, “El intrigante es como el carbón, si no arde, se ensucia” es una auténtica lección que resonará durante generaciones, al igual que “La envidia es el arma de los incompetentes”, que solía recordarnos el valor de la humildad y el trabajo honesto.
De hecho, el músico fue una fuerza creativa incansable, que mezclaba palabras y sonidos con una autenticidad que reflejaba la vida angoleña en todos sus aspectos.
Además de sus letras, Chakaya era conocido por su Banga Fukula, siempre en el escenario con sus trajes multicolores, desde el rojo hasta el verde lechuga.
Su “ropa para salir” era una extensión de su vibrante personalidad, elevando cada actuación a un espectáculo único, tanto visual como musical.
Por todo esto, podemos decir que Angola pierde un gran ícono, una voz que nos conectó directamente con nuestras raíces y nuestra esencia musical.
Aún así, su legado está lejos de desaparecer.
Cada una de sus actuaciones, los lemas que inventó y su estilo único seguirán resonando en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de presenciar su brillantez.
Chakaya cumplió magistralmente su misión: dejar una huella imborrable en la historia de la música y la cultura angoleña.
Que su alma descanse en paz, sabiendo que su música y su espíritu vivirán para siempre en los corazones de todos los que celebran el arte y la cultura de Angola.
KS