Talatona - El mercado de flores y plantas sigue recuperándose en el Distrito Urbano de Talatona, en Luanda, dos años después del duro impacto de la pandemia de la Covid-19, convirtiéndose ya en uno de los principales negocios de los empresarios locales.
Por Gizelaide Sousa, periodista de la ANGOP
Desde 2021, se registra un aumento de la oferta y la demanda de este tipo de producto en esa zona de la capital angoleña, principalmente en la concurrida Avenida Fidel de Castro, donde se pueden ver varios bancos de plantas al costado de la vía.
Todos los días, son varios los clientes que buscan flores y plantas en ese lugar, de manera similar a lo que sucede en Via Camama/Kilamba y en algunos puntos de la Avenida Deolinda Rodrigues, con diferentes propósitos, especialmente para embellecer las casas.
Es un negocio que atrae, de sol a sol, a decenas de vendedores, en su mayoría jóvenes, que luchan contra el paro y ayudan a dinamizar este mercado.
La recuperación del sector de la floricultura, en Talatona, se da luego del récord, a nivel mundial, de fuertes pérdidas de ingresos, a causa de la pandemia, que provocó la muerte de miles de flores y plantas.
Solo en Brasil, por ejemplo, con más de 200.000 comerciantes de este tipo de productos, se desecharon más del 40 por ciento de las flores y plantas.
Kenia, por otro lado, descartó más de doscientos mil flores al día, mientras que en Holanda, una de los mayores productores y exportadores de flores del mundo, las subastas se vieron afectadas por una caída del 85 por ciento en la facturación.
En el caso particular de Angola y Talatona, en concreto, no existen registros oficiales y precisos sobre el impacto de la pandemia en el negocio de flores y plantas, aunque quienes viven de este negocio aseguran que el mercado local se está recuperando.
En un recorrido por estos locales, la ANGOP constató que, desde el levantamiento de las medidas de restricción contra la Covid-19, la venta de flores y plantas es cada vez más dinámica en Talatona, donde el precio promedio varía de 100 a 1.000 euros, 500 kwanzas al cambio .
Los clientes prefieren los helechos, las palmeras, la alegría del hogar, el mal de ojo, los helechos, los higos, el tronco de la felicidad y las acacias, así como las costillas de Adán, los lirios de la paz y los anturios.
El negocio es realizado principalmente por personas de las provincias de Malanje, Benguela, Uíge y Huambo, que migran para Luanda en busca de oportunidades y mejores condiciones sociales.
Según los vendedores, los ingresos obtenidos aún no son altos, pero sirven para mantener a las familias y pagar los gastos del día a día, según testificó el empresario Afonso Carlos.
Generalmente, los vendedores encuentran las semillas, algunas ya brotadas, en zonas pantanosas y cursos de agua naturales, donde riegan los viveros.
En el mercado de Kikuxi se compran sacos de arena y vivero, según nos cuenta el jardinero Celestino Camenga, 23 años, de Bié.
“A veces vamos por los bosques en busca de semillas y plantas”, explica, destacando que, en muchos casos, el agua para el riego sale de las acequias estación de retención de Kilamba y las estaciones de servicio que pasan por las cunetas adyacentes a la vía expresa.
Según el vendedor, no todos los días la venta satisface, hay situaciones en las que no es posible vender una sola sucursal durante el día.
"En un mes puedo ganar entre 30 y 40 mil kwanzas", informa Celestino Camenga, que hace el negocio con mis hermanos, todos de Bié. “Tengo más de quinientas plantas y una inversión estimada en más de un millón de kwanzas”, subraya.
Angelina Firmino, que viene de la provincia de Uije y vende acacias desde hace dos años, confirma que todavía no es posible hablar
en grandes ganancias, pero la venta de flores y plantas tiende a ser un negocio cada vez más prometedor.
“El secreto es saber satisfacer a los clientes”, dice la fuente, destacando que las formas de pago pueden ser en efectivo o vía cajero automático.
Ante el escenario de recuperación, Afonso Carlos, de 25 años, de Uije, defiende la creación de pólizas para ayudar a los comerciantes a legalizar el negocio.
Actualmente se ocupa de hacer tapetes de pasto, vendiendo cinco mil kwanzas el metro, dinero que asegura le sirve para el funcionamiento del hogar.
El ciudadano, que comenzó como jardinero, en uno de los edificios de la centralidad de Kilamba, agrega que la competencia surge todos los días y de todos lados.
Por su parte, María José, quien también es vendedora, lamenta que algunos competidores opten por transitar por las diferentes arterias del centro de la ciudad, con bañeras en la cabeza, donde cobran precios bajos.
“La vía expresa no fue elegida por casualidad. Es una zona caracterizada por la existencia de condominios y muchas obras en construcción, lo que hace que los negocios sean más fluidos”, confirma la vendedora de Cuanza Norte.
Jarrones acompañan negocios
Si por un lado la venta de flores y plantas gana terreno en Talatona, por otro lado está la inversión de muchos empresarios en la venta de macetas para plantas.
Los productos vienen en varios formatos: delfines, ocas y otros animales, pero existe la opción de otros diseños, como redondo, cuadrado y triangular.
Los precios de los jarrones rondan los 4.000 kwanzas, mientras que el juego de sillas hecho con bloques, en el mismo espacio donde se venden las flores, está valorado en 150.000 kwanzas, según destaca Eduardo Pedro, de 38 años.
El escultor de jarrones, cascadas, piscinas y jango explica que aprendió la actividad de su padre, subrayando que la actividad tiene cierta aceptación.
“Ya me permitió obtener una renta de dos millones de kwanzas, con la decoración de un balneario en la provincia de Luanda”, relata el ciudadano.
Sin embargo, el robo de jarrones y plantas, en la oscuridad de la noche, es visto como la principal preocupación de quienes hacen de este negocio su sustento, a pesar de pagar regularmente 500 kwanzas a los guardias de las empresas cercanas para cuidar los productos.
Además de los robos, los comerciantes de flores y plantas denuncian que corren peligro porque se encuentran a un costado de la vía, sometiéndose a ser atropellados.
Para hacer más prometedora la actividad, sugieren la creación de una asociación para velar por el bienestar de los floricultores y facilitar el acceso a créditos bancarios y cursos de emprendimiento, así como la inscripción en el Instituto de Seguridad Social.