Cuito – Desde la consecución de la paz efectiva (en 2002), la provincia de Bié ha registrado signos de crecimiento en diferentes sectores, dejando una triste historia de la guerra que destruyó decenas de infraestructuras sociales y económicas.
Por: Jilmar Chitondua, Angela Neto y Elias Tumba
Quienes transitan por Bié, 22 años después del 'silencio de las armas', aún enfrentan las huellas del conflicto, desde zonas minadas hasta pequeños escombros, pero fácilmente vislumbran transformaciones en la ciudad y en el campo, que marcan un nuevo viaje.
En las últimas dos décadas, la provincia ha dado pasos hacia la reconstrucción de sus ruinas, en prácticamente todos los municipios, en particular en Cuito y Andulo, los más afectados por los violentos enfrentamientos militares que se cobraron miles de víctimas.
De hecho, la guerra, especialmente la post-electoral de 1992, transformó a Bié, con 70.314 kilómetros cuadrados, en una provincia prácticamente sin salida. En solo nueve meses registró al menos 45.000 muertos y 50.000 heridos, según los datos disponibles.
El conflicto poselectoral de 1992 relegó a 516.000 ciudadanos a una dura condición de desplazamiento en Cuito, la capital provincial, y en Andulo, dejando a cientos de huérfanos y viudas, en una situación considerada dramática por organizaciones de ayuda humanitaria nacionales y extranjeras.
Debido al conflicto, la provincia estuvo, durante décadas, al borde de la soledad (isla) y sin grandes infraestructuras para proyectar el desarrollo, es decir, literalmente detenida en el tiempo.
El conflicto armado la convirtió en un caótico 'campo de muertos', sin viviendas habitables, con edificios, puentes, presas, vías férreas, carreteras y fábricas totalmente destruidos.
También afectó importantes infraestructuras, como la Empresa Fabril de Angola (fue fuente de producción de maíz, trigo y arroz), en la comuna de Cunje, y CIBELGA (productora de aceite comestible), además de las grandes fábricas de descascarillado de arroz, ubicadas en Catabola y Camacupa.
Asimismo, destruyó la mini-represa hidroeléctrica Cuemba, que llevaba energía hasta la cabecera de ese municipio, y la represa hidroeléctrica Camacupa, que ya se encuentra en proceso de rehabilitación.
Para cambiar la imagen y revertir los efectos de la guerra, se realizan diversas inversiones, particularmente en los sectores social y económico, lo que ha permitido reconstruir escuelas, hospitales, carreteras y puentes, además de represas, con miras a a la mejora del suministro de agua y luz.
Los primeros indicios de esta nueva etapa comenzaron en 2003, un año después de la firma de los Acuerdos de Paz de Luena, período en el que también se inició el proceso de reconstrucción de Bié.