Luanda - El problema de la inseguridad escolar vuelve a aumentar en 2023, marcado por algunos casos mediáticos de conflictos entre estudiantes, que exigen una mirada más cercana por parte de las autoridades y de la sociedad en general.
Por Liliana Constantino, periodista de la ANGOP
El año pasado, el país se vio enfrentado a informes de incidentes en las escuelas, que "inundaron" las redes sociales y enviaron una seria advertencia a los padres, a los niños y al gobierno sobre la necesidad de redoblar la vigilancia en las escuelas.
Entre los casos registrados destaca la muerte a puñaladas de un guardia de seguridad del Colegio Óscar Ribas, del municipio de Cazenga, perpetrada por un grupo de estudiantes, una práctica que es necesario repudiar y desalentar.
En el mismo sentido, hubo un ataque a una profesora, por parte de la familia de un estudiante, y a una estudiante del Instituto Medio de Economía de Luanda (IMEL), por parte de sus propios compañeros, además del caso de la estudiante abofeteada por un colega, delante de ayudar a los colegas.
Se trata de hechos que no se registran desde hace mucho tiempo o, al menos, no eran de dominio público, y que empiezan a mantener despiertos a profesores y tutores, ávidos de más medidas punitivas por parte de quienes tienen derecho a ellos.
De hecho, para muchos, la escuela ya no es vista como una institución que emana reverencia, respeto y autoridad. Este panorama ha preocupado mucho a la sociedad.
Según la Asociación Nacional de Educación Privada (ANEP), en su “Investigación sobre Casos de Violencia”, la violencia escolar es un fenómeno de larga data, que presenta características y particularidades en cada época.
La investigación mencionada destaca que su crecimiento, con el paso de los años, ha hecho que la violencia se convierta en un objeto de reflexión, tratado como un grave problema social.
El presidente de la ANEP, António Pacavira, dice que la respuesta a la violencia debe ser científica y no reactiva, realizaron un estudio en diferentes provincias, con alrededor de 90 escuelas, para poder estudiar las causas de la violencia.
La pedagoga también destacó que en el citado estudio se cuestionó a los estudiantes con diferentes preguntas respecto al entorno familiar y otros, siendo el acoso y las citas tempranas los que dominan los resultados de este estudio.
“El estudio también concluyó que en la educación pública la violencia la cometen niños organizados en pequeñas pandillas y en la educación privada la cometen entre niñas. La causa principal son las citas tempranas (peleas por los chicos)”, afirma.
Destaca la necesidad de realizar un trabajo focalizado con el apoyo de psicólogos y acercar a las familias a la escuela, para reducir el impacto del fenómeno.
Para él, ante los casos consecutivos de violencia y desprecio a las autoridades escolares, el Ministerio de Educación debe usar mano dura e inhibir conductas desviadas por parte de los estudiantes.
Según el estudio de la ANEP, la familia puede contribuir a aumentar o minimizar los efectos de la violencia contra sus hijos, porque si los padres son participativos y preocupados pueden reducir la violencia, pero si son tolerantes, sin la cultura de imponer límites, la violencia prevalecerá nuevamente.
El psicólogo clínico Nuno Pimpão destaca que la escuela y el maestro deben representar la autoridad, y cuando el maestro no es respetado, la existencia de trastorno de conducta o trastorno de oposición desafiante por parte de los estudiantes.
Este estudioso destaca que el trastorno oposicionista desafiante se caracteriza por la rebeldía, la falta de autoridad y el comportamiento hostil hacia las personas con autoridad.
“Desafortunadamente, a los expertos en salud mental nos preocupamos más por el delito y no por el criminal. Se aplican medidas coercitivas, pero siempre se deja de lado la atención a la salud mental”, afirma.
Desacato a la autoridad, la cuestión no es mitigar
En reuniones de tutores y profesores, en familias y otros medios, destacan los diálogos entre personas de diferentes orígenes sociales sobre la situación actual y la necesidad de frenar la ola de violencia en las escuelas.
El Sindicato Nacional de Docentes (SINPROF), uno de los organismos defensores de los derechos de los docentes, desmiente lo mencionado, al considerar que no se trata de mitigar, sino de abordar tales actos a nivel escolar.
En total repudio a la ola de desprecio, el SINPROF realizó marchas en distintas provincias del país.
El secretario general del SINPROF, Admar Jinguna, dice que este organismo está preocupado por los récords consecutivos de casos de violencia y desacato a las autoridades escolares que se vienen presentando en los colegios.
“Tememos fundar una sociedad basada en la violencia. No sólo asistimos a actos de violencia en las escuelas, los hospitales también han registrado episodios de este tipo, los familiares toman la justicia por su propia mano”, replicó.
El secretario general del Sinprof también destaca que hubo años en que los padres iban a la escuela y hablaban con los profesores para reforzar la educación de los alumnos.
El estudiante João Evandro repudia la actitud de agresión hacia la profesora en la escuela de 2001, considerando a la profesora como una “segunda madre”.
El estudiante destaca que los padres deberían estar más presentes en las escuelas de sus hijos, ya que tienen una doble personalidad entre escuela y familia.
En esencia, cada uno a su nivel, desde figuras docentes hasta expertos en salud mental, analizó los casos de desacato a la autoridad más populares en 2023.
El experto en salud mental Nuno Pimpão afirma que el caso de la profesora atacada y desnudada por la familia de un alumno demuestra la existencia de una familia disfuncional.
Por regla general, una familia disfuncional es aquella en la que las necesidades materiales, sociales, espirituales, emocionales y culturales ya no funcionan correctamente.
El pedagogo António Pacavira opina que, además de la pena suspendida y la indemnización aplicada a la familia por el Tribunal, esta familia también debe realizar servicios comunitarios y otros trabajos ejemplares.
“El dinero comparado con la dignidad del profesor atacado y de otros profesionales de la educación no significa nada”, afirma.
Para el secretario general del SINPROF, la sentencia atribuida a la familia que agredió al docente fue leve. “La familia dio un mal ejemplo a su alumno, por lo que deberían existir penas correctivas para el niño y otras más severas para la familia”, afirma el interlocutor de la ANGOP.
Regreso de la Brigada de Seguridad Escolar
Una de las soluciones destacadas para incrementar la seguridad en las escuelas es el retorno de la Brigada de Seguridad Escolar (BSE), creada en 2003, como órgano operativo de la Comandancia Provincial de la Policía Nacional.
Disuelta en 2020, la Brigada Escolar regresa en respuesta a denuncias de la Asociación de Estudiantes de la Provincia de Luanda y del público sobre situaciones anómalas ocurridas en algunos establecimientos escolares.
Designado para el cargo de Comandante Provincial de la Brigada Escolar hace aproximadamente tres meses, Bartolomeu Campos señala a Cacuaco, Viana y Cazenga como los municipios con escuelas más problemáticas.
Según el comandante, los hurtos y atentados a la integridad física son los que más requieren de la intervención de la Brigada Escolar.
A nivel escolar, continúa, hay un elevado número de estudiantes que consumen drogas, lo que es preocupante.
Bartolomeu Campos destaca que, en relación al consumo de drogas por parte de los estudiantes, aunque hay mujeres involucradas en esta práctica, la gran mayoría son niños.
Informa que, a nivel escolar en Luanda, existe un programa de control de los estudiantes para evitar la entrada de objetos extraños en las escuelas, lo que ha surtido efecto.
“En las revistas aprendemos a menudo sobre hojas, tijeras y otros objetos que ponen en peligro el entorno escolar en las mochilas de los estudiantes”, explica.
La población estudiantil es numerosa, por lo que, junto al trabajo que realiza la Brigada de Seguridad Escolar, es necesario colaborar con la propia comunidad, a través de los padres de familia y tutores y de los propios estudiantes.
Lil/ART/KS